El volcán Turrialba capta
mi atención. Hoy en especial está emanando mucha ceniza.
¡Pareciera que puedo tocarlo!
Está tan cerca! es impresionante!
De repente, en una curva, ¡ahí estás! ¡Captas mi atención de inmediato!
¡Detengo el auto para
admirarte!
Eres simplemente hermoso,
perfecto…, ¡ha sido un flechazo directo al corazón!
La primer pregunta que viene a mi mente al mirar tu majestuosidad e imponencia es:
¿No puedo dejar de pensar
en las historias que has de cuidar sigilosamente?
La brisa fresca toca mi
rostro mientras mi mente divaga y se transporta a tiempos pasados.
¿Acaso fuiste testigo de
algún trueque cuando caminantes tierras lejanas nos visitaban?
¿Qué tipo de negociaciones
se conjugaron a tu sombra?
¡Cierro los ojos,
mientras los sonidos del viento en sus gigantescas ramas parecen querer
responder!
Lo siento, te digo, no comprendo tu lenguaje, ¿qué me quieres decir?
Lo siento, te digo, no comprendo tu lenguaje, ¿qué me quieres decir?
Y al no poder interpretar su lenguaje, ¡solo
crece en mí la incertidumbre!
¿Cuántos amores viste
nacer al pie de tu manto extendido y sombrío? ¿Cuántos viandantes te confesaron
sus cuitas de amor, sus dolores y alegrías? ¿A cuántas personas diste sombra y a
cuántas guarneciste de las tormentas?
¡Gigante hermoso, el sólo
mirarte invoca en mí ternura, respeto y esperanza!
¡Gracias por existir y permitir que yo pudiera crear este momento único de introspección!
* Camino entre Faldas del Volcán Turrialba y Guayabo de Turrialba.